Escribir todos los días
Hay escritores que tienen el hábito de escribir disciplinadamente todos los días, ya sea un número determinado de palabras, o bien algún número de páginas. Otros, en cambio lo hacen de manera irregular.
Cuando la historia te posee: en ocasiones, sucede que una novela nos atrapa y sencillamente no podemos dejar de escribir. Uno de mis mentores me dijo alguna vez «a veces la novela te agarra y no te deja ni mear». Cuando esto ocurre soportamos con ansias hacer lo que tenemos que hacer hasta que llega el momento y damos rienda suelta a la pulsión. Es un proceso de tira y afloje entre dolor y alivio.
Cuando nos quedamos secos: por otra parte, también suele presentarse una temporada en la que tendemos a dejar de escribir, y no porque nos falte imaginación o porque las musas se tomaron unas vacaciones. Es simplemente que, consciente o inconscientemente, asimismo que escribir no es tan sencillo, y muy probablemente una voz interior nos dice que entre escribir un texto mediocre y no escribir nada, es mejor abstenerse de escribir.
Cuando ejercemos de escritor: sin embargo, el oficio de escritor se ejerce cuando nos presionamos a escribir a diario, pero –tremendo pero– con un objetivo diáfano en el tal empresa: mejorar. Entonces sí podemos fijarnos ciertos parámetros, como palabras, páginas, versos, por día.
Ten en cuenta que los columnistas, por ejemplo, se rigen por un calendario, y si tienen éxito es porque saben alternar, justamente, las variables de «público objetivo», «tema» y «extensión».
Si no eres de escribir todos los días quizás debieras plantearte hacerlo durante al menos un período corto de tiempo, por dos o tres meses. Ya conoces la frase: «un escritor siempre escribe».
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®Silvio Rodríguez Carrillo
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