Entonces es que te atreves
Entonces es que te atrevés
a decir en rimas lo que puede la distancia,
callarte el puente, la sed entera
como si el ayer fuese un algo entre las cosas.
Reís sencilla en tu sapiencia
y bailás con pasos medidos,
como si el exceso fuera un vocablo
que no cabe en tu figura,
mientras presentís ese lado del camino
por el que ya nadie transita.
Yo te aplaudo, y en silencio me lamento
por el gesto que no alcanzo, el color y el tono
que haría gama con tu piel, de polo y de sabana
de gramilla lista a ser germinada por una brizna oculta al sol.
Yo te pierdo, teniéndote tan dentro te pierdo
obedeciendo a lo que ofrecés, magnífica
en un goce de rechazo y razón que pintás de rojo
dejándome el asfalto como alimento, y el sonido del tren que se aleja
como esperanza derrotada.

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