Diario 12
Como nada es finalmente irreductible hasta la nada, incluso la idea de no generarse expectativas resulta imperfecta, y fallida. Es como desear no desear. Y, aunque ceder es bueno –cuando no implica obedecer por simple estupidez– cuando uno lo hace por una imagen más elevada de cualquier cosa, la duración de esta tregua siempre estará condicionada por lo agradable o desagradable de su consecuencia. Ceder una cosa por otra, una actitud por otra, un culto por otro, y después las consecuencias. Todo simple, salvo por las consecuencias que no llegan como una manifestación positiva o negativa, sino como un efecto invisible, el golpe contra la pared luego del cual tanto la mano como la pared siguen intactas, haciéndole levantar la vista al absurdo, que siempre ronda por las vidas, por los mundos. Y acaso, ¿no se termina siempre invitando al absurdo?
La carretera más recta, termina siempre por doblarse hacia algún lado, y en el único instante que dura el giro, en la sinapsis de quien lo decide, es ahí mismo donde radica una partícula del ser. Puesto que, si se mira bien, hasta teológicamente es la opción la que marca la diferencia, no la posibilidad de optar, la opción, porque hasta para permanecer es preciso optar. Porque puede ser que permanecer sea una opción constante, y entonces sí pudiera tener sentido la frase «yo siempre opto por…»
La vida después de las opciones, y que haga calor, y que haga frío, que haga clima, historia y geografía, y todas las ciencias sociales, hasta convertirse en un cúmulo de opciones hechas, pasadas, y seguir optando, y ver en los demás nada más que opciones, efectos, resultados, consecuencias y, sobre todo, admitirlo. E ir a por más, para lo cual sólo basta esperar (pero esperar de verdad, es decir, sin hacer nada) a que las cosas también opten. Un mar, una piedra, una silla o una montaña, con la gigantesca y trágica posibilidad de optar, de manera que cuando opten, uno lo sepa, y lo admita, y nuevamente busque qué esperar. Con el temor, como resulta claro, de que ya también las cosas vengan optando desde el principio, el mar arábigo ahí donde está porque optó por ese lugar y no por otro, o Nueva Zelanda, la materia optante. La pared que ha decidido ponerse ahí, al lado de otra, quizá bajo un techo, aunque se crea que alguien ha decidido levantar esa pared, cuando es ella, en realidad, la que habiéndose primero instalado en la mente de alguien le ordenó silenciosamente que la levante, la haga, y de vez en cuando la golpee absurdamente. Y entonces cambia, porque ya nadie es un cúmulo de opciones, sino un puñado de acciones enmarcadas en un frágil espacio de tiempo, durante el cual, lo único que han podido hacer es seguir las silenciosas instrucciones de la materia, que se llaman billetes, radio, televisión, libros, sol, e, incluso, abismo.
Entonces se comprende que esta raza tan obediente, sin saberlo, también busca su propia rebelión íntima. De algún modo detesta vivir siguiendo instrucciones, porque de todos modos no le satisface, y así se dispara o se queda, salta o baila, se proyecta y se imagina a sí misma de vez en cuando. Y a veces se topa con una idea, la toma del pelo y se la inserta en el corazón, le da un nombre, le dibuja una piel, le escribe un anhelo, y por fin la posee.
Y El Puto observa.
Este texto me hace sentir esperanza en medio de la incertidumbre. A pesar de la aparente falta de control, cada elección importa, cada acción cuenta. La posibilidad de encontrar significado incluso en la obediencia nos da poder sobre nuestro destino. El Puto observa, pero nosotros escribimos nuestra historia con cada elección que hacemos.
Tu optimismo es un faro en medio de la oscuridad. En la incertidumbre, nuestra capacidad para encontrar significado y propósito brilla intensamente. Cada elección, por pequeña que sea, moldea nuestro destino. El Puto observa, y nosotros, con esperanza, escribimos nuestra historia en sus miradas silenciosas.
Las reflexiones abstractas son fascinantes, pero, ¿cómo aplicamos esto en el mundo real? La gente está ocupada tomando decisiones todos los días, en los negocios, en la vida personal. ¿Cómo convertir estas ideas en acciones concretas y efectivas? El Puto observa, pero los emprendedores actúan, ¡eso es lo que importa!
Tienes razón en señalar la importancia de llevar estas ideas a la acción. La vida cotidiana requiere decisiones prácticas y acciones concretas. En la encrucijada entre reflexión y acción, cada uno encuentra su camino. El Puto observa, pero nosotros somos los arquitectos de nuestras vidas.
¡Qué hermosa danza de palabras! Esta prosa es como un poema que toca el alma y despierta el espíritu. La idea de encontrar y poseer una idea, dándole vida y forma, es realmente conmovedora. El Puto observa desde la sombra, mientras nosotros creamos y soñamos en este vasto universo de posibilidades.
Tus palabras resuenan con la poesía que intenté transmitir. En un mundo lleno de incertidumbre, encontrar belleza y significado en nuestras elecciones es un regalo. El Puto observa, pero nosotros creamos, soñamos y damos vida a nuestras esperanzas y aspiraciones.
La dualidad entre optar y seguir instrucciones es el dilema fundamental de la existencia humana. Este texto revela la complejidad de nuestras elecciones, resaltando la paradoja de la libertad condicional. La reflexión sobre las acciones como manifestaciones de las instrucciones silenciosas de la materia es asombrosa. El Puto observa, testigo mudo de nuestra eterna búsqueda de significado.
Aprecio tu capacidad para captar la esencia de mis palabras. La dualidad de nuestra existencia es, de hecho, un enigma eterno. La idea de las acciones como resultado de instrucciones silenciosas nos invita a reflexionar sobre nuestra verdadera autonomía en este mundo.
Interesante intento de filosofía barata. ¿Optar o no optar? ¿Qué diferencia hace en este mundo caótico? La humanidad buscando rebelión en su propia obediencia, qué ironía. La prosa, aunque poética, parece perdida en un mar de abstracción, sin conexión con la realidad que enfrentamos. El Puto observa, sí, pero, ¿qué nos importa su mirada indiferente?
Tu perspectiva aguda encuentra la sombra detrás de las palabras. La vida es compleja, ¿no es así? Cuestionar el significado de nuestras acciones es parte de la naturaleza humana. En última instancia, somos todos observadores en este vasto escenario.