- Editorial: Silvio M. Rodríguez C.
- Editor: Dualidad 101 217
- Edición: Primera edición
- Disponible en: Papel
- ISBN: 978-1-291-66662-5
Al ingresar al foro Ultraversal.com me encontré con un grupo de gente con un excelente conocimiento técnico, avocada desinteresada y apasionadamente al crecimiento literario de los participantes. Venciendo de a poco mi timidez, cuando no mi vanidad y orgullo, fui adquiriendo el suficiente adiestramiento como para decir lo que quería decir sin perderme demasiado entre las ramas, ni quedarme en expresiones herméticas que más exponían mi extraña capacidad de síntesis, antes que mi habilidad para comunicar alguna extrapolación de la que podría sentirme satisfecho. Esto es, aprendí a elegir un mensaje, atenerme a un hilo conductor y hasta incluso, darle aliento.
En cuanto al ritmo y la rima —cosas de las que no tenía idea—, comenzar a aprender al respecto fue realmente agobiante, pero con ese no se qué que tienen los desafíos. Me encontré con que las palabras tienen vida, y autoritaria, además; y que más vale tener en claro a dónde se quiere ir para evitar los miles de desvíos que surgen por el camino de un verso metrado y rimado. Lograr el primer soneto fue como escribir «mamá» en manuscrito, y el primer romance, ya te digo, un «mi mamá me mima», casi siempre mirando a la pizarra.
Los poemas que aquí publico han sido retocados, reescritos, mejorados, al fin, gracias a los comentarios, sugerencias y correcciones técnicas que me facilitaron tanto los administradores de Ultraversal, como los compañeros del foro, por lo que primeramente, este libro no es más que un gesto de agradecimiento hacia todos ellos. ¿Hace falta ser escritor para saber que detrás de cada comentario, sugerencia y/o corrección, se genera todo un ámbito que resulta en amistad? Se me ocurre que si Byron tiene razón en aquello de que escribir conlleva dolor, es también razonable decir que compartir lo escrito es gratificante. Es por ahí.
Así las cosas, si lo que buscas es un libro de poemas en donde vas a terminar diciendo página tras página «Oh, poesía eres tú», mejor no pierdas tiempo, no es este. Ahora, si te interesa tener por ahí unos cuantos poemas (ciento uno), de quien puede que llegue a escribir bien, sí, este es. Sobre todo si sos pibe, y te falta el testimonio de que se puede buscarle la vuelta al fondo desde la forma en el ahora de quien estuvo en el atrás. Si esto último te cabe, sí es para vos, de lo contrario, puerta, ya llegará.
Para el próximo, lo prometo, le meteremos más rollo (palabra de Dualidad Corporation), y a ver si me evito esto de las engorrosas palabras iniciales que sólo certifican (a mí) que sólo le sirven al que quiere hacerlas, y al que quiere tenerlas (y está demostrado que no soy de los que quieren estar en los dos lados al mismo tiempo). Así que vamos, todo comienza con un tío algo extraño, un vulgar (como todos los extraños), que termina en un bar pidiéndole al mozo un verso más. Y del entretanto y su detrás es que va la cosa, al mirarlo.
Calle Tarija
Ahora que se han ido y me han dejado solo
comienzo a repasar el valor de sus verbos,
todo lo que dijeron, todo lo que callaron
cuando el día fulgió en la sorda batalla.
Encuentro que no fueron del todo despreciables,
que acaso no alcanzaron a matar como quise
ni a perdonar errores como hubieran podido,
que al final imitaron lo que al mirarme vieron
y que si les absuelvo es a mí a quien indulto.
Pero aunque para ellos ya todo ha terminado
yo sigo aquí sumando las horas por venir,
a conciencia de un todo que me comprime el pecho
y que me exige vea qué queda por hacer.
…
— ¿Un verso más, señor? ¿Para ganar distancia
entre esto que ocurrió y aquello que será?
— Vale, pero que sea un verso bien logrado
uno que mienta poco y que refiera a noche
que por ejemplo diga, entre otras cosas simples:
«Hoy estuve cansado
de mirarme los días
y encontrarlos vacíos
de sonrisas sangrantes.
Hoy morí con mis ojos
vomitando pasado»
– Son varios versos, varios, y no uno solo ¿sabe?
– !Contar, rimar, coger, teta, concha y el sufro
todo grabado y dicho en piedras de cristal!
No, pibe, yo te digo de salirse de rayas,
de poner en un verso lo que no pone nadie:
el cagarse en el metro mirándose por dentro,
pedírselo a un garzón como se pide un vino,
que te lo sirvan bien con un beso de yapa;
así no es tan callada ni tan sola la noche
y uno puede olvidar las sombras anteriores…
Dejá, no tiene caso, se hace lo que se puede.
– ¡O bien, lo que se quiere, mi estimado señor!