Aunque no le entiendan
De pronto el aire estalla en su conciencia,
sin ninguna señal que avise al hombre
de los filos que aguardan tras su nombre
–surge la sed de ser uno en su esencia–.
Dispuesta la presión y su violencia
sobre quien dispondrá de más renombre
todo quiere evitar llegue el prohombre
donde sólo se llega con paciencia.
Se va volviendo roca el aspirante
capaz de al mar decirle «ven por mí»
y al viento, con los ojos, «no temí»
Se alcanza, va sabiéndose brillante
y entonces en silencio es que se aleja
hacia el azul del verbo que corteja.
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