Arribo atemporal
Era un cansancio grave y hondo, de los que nunca se paren de golpe, sino que se van construyendo con la fiereza de los días aprovechados y la nostalgia de las noches ganadas por cruzar y ampliar distancias más allá de la imposición gregaria que desde su terror proclaman los maestros de la nada.
Era un entusiasmo anciano y tórrido, de esos que crecen si el terreno es cicatriz e incapacidad para el olvido, de los que sólo caben en la boca del que sabe callar la bajeza ajena pero no la grandeza del otro, de esos que son coherentes con las ojeras y con la mirada que va más allá de los ojos que la portan.
Era una madurez irreverente, insalubre para quien vive con 2.000 calorías al día, un montón de mensajes de buenos días por contestar, y una nada de tiempo para estar a solas de espaldas al espejo, respirando esa condición catedralicia de lo que son las manos cuando se convierten en muelle y los barcos duermen mar adentro.
Era la caída más alta, el caos primigenio en las fauces del animal emergiendo del abismo mordiéndole los pies descalzos con sus ojos de tigre encerrado avizorando la primera mañana con la posibilidad de sus iguales ardiéndole en el vientre.
Era mi nombre alcanzando el verdadero con el tuyo astillado en la garganta.
Convierte tus lecturas en un libro exitoso
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chas gracias, Gonzalo.
Más que comentarte este poema decirte lo mucho que se disfruta cada palabra, cada construcción en la mente del lector, cada estrofa con ese final tan alto y tan fuerte por sorpresivo.
Es enorme.
Abrazos compa.
Lo que dice la regla, Lumy, mientras más personal, más universal. Gracias por la huella. Abrazo.
En lo que a mí respecta, al menos, el uso del pretérito habilita un montó de matices, incluso más que el uso del futuro. Quizás porque de chico comencé con el "había una vez". Chas gracias, compa.
Me gusta. Es interesante. Me trae recuerdos la construcción y las imágenes casi podría decir que las conozco o más bien las reconozco.
Un abrazo.
Se puede contar …Erase un cansancio de los que dan la cara poco a poco, de los que esconden hasta el último momento el golpe definitivo. Erase un entusiasmo cansado de entusiasmo y que aun alumbra cuando aparecen apagados. Erase una madurez, madura de usar tanto. Era mi nombre por fin reconocible en tus labios partidos… Pueden dar mucho juego tus "eras". Me gustó enormemente.
Un saludo