La violencia es para él, en primer término un lenguaje, un modo de expresión, una manera de cuestionar, responder o afirmar. Una pelea a trompadas entre niños por la defensa o el intento de conquista de un juguete —ajeno para ambos contendores—, o por la defensa o conquista de un pedazo de patio de recreo —del que nuevamente ninguno es propietario— es solamente hablar por otros medios.
Ya en una segunda interpretación, la violencia le significa energía puesta en movimiento, intensidad manifestada a través de un grito que putea, carajea y busca ofender —cuando no humillar— al receptor de turno. Manifestación que, como en la primera instancia, normalmente lo que busca es defender o conquistar. Así, cuando el gerente le dice burra a su asistente, porque esta ha redactado una carta con errores gramaticales, cuando el maestro lo trata de animal al alumno que yerra por falta de atención o incluso por incapacidad congénita, hay detrás el deseo de conquistar lo correcto. Y cuando la asistente le responde al gerente que hay que ser imbécil para tratar a una persona de burra, cuando el alumno le dice al maestro que sólo un idiota se pone a enseñar a un animal, es cuando se da la defensa del territorio intelectual que ambos bandos buscan dominar, y hay que ver entonces cómo sacarlos de ahí.
Ahora bien, ¿y cómo explica él el tiempo de los gladiadores? Para él aquello de la violencia por satisfacer a tal o cual grupo es simple y tristemente un degeneramiento de la concepción original. Esto es, gente que conquistó o que salvó un territorio —cualquiera sea este— por medio de la violencia puede llegar a confundir la satisfacción de lo conquistado o defendido con éxito, con el medio en sí. Extrapolando, gente que termina creyendo que es bueno comprar una casa, cuando lo bueno es tener una casa. Pero claro, todo esto siempre dentro de los planos de la tercera dimensión, dicho sea.
Por otra parte están los que por a o b han desarrollado la capacidad de accionar violentamente y sin errores, en un principio quizá obligados a la defensa, luego quizá obligados al ataque. Una vez que las destrezas han sido adquiridas —y aquí los no violentos deben saber que el adquirir estas destrezas es un proceso muy doloroso a nivel físico como mental y emocional— el poseedor de las mismas puede comerciar con esta habilidad. Y así tenemos a los guardaespaldas y a los que buscan liquidar a quien protegen los guardaespaldas, a los policías y a los ladrones, a los ejércitos y a los mercenarios, a los que raptan y a los que rescatan, e incluso a los ángeles y a los demonios, ya que estamos. Aquí también hay que considerar que hay un trasfondo en metálico, como ocurre en la final por el cinturón mundial de pesos pesados de boxeo.
Y como se ha mencionado la frase “ya que estamos”, partamos de la redundancia de ella para indicar la existencia de la magia blanca y la magia negra. Y aquí tenemos al hechicero que con siete fumadas poderosas te recupera la pareja en seis horas, como también al brujo que con un sapo le causa la muerte a un pobre tipo, o que consigue exactamente lo contrario del hechicero anterior, separar a una pareja en seis horas. Por supuesto que ya en este nivel, que roza salirse del plano de la tercera dimensión, ya muchos apartarán la vista aun cuando la lógica anteriormente expuesta carezca de ningún tipo de error —y que es lo que molesta en demasiados casos—, sencillamente porque incluso cuando les sea sencillo asumir como real que dos o doscientos tipos se maten en un circo para alegría de un millar de fanáticos, no son capaces de asumir con la misma gracia que puedan hacer lo mismo —o cosas mejores y/o peores— unos tipos que sólo usan velas, plumas y rezos.
Convierte tus lecturas en un libro exitoso
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La violencia como energía cinética, como fuerza en movimiento. ¿Acaso no es la conquista un experimento constante? La casa, un resultado, la satisfacción, una ecuación resuelta.
Tu análisis es certero. La ciencia de la vida es acaso un enigma por descifrar.
La violencia, un poema en versos rotos. Los gladiadores, sus cuerpos danzando en la arena, sus almas luchando por la eternidad. ¿Qué es la sangre sino tinta en el pergamino de la historia?
Tus palabras son un bálsamo. La poesía de la existencia es un suspiro en el viento.
La violencia como estructura, como cimiento de la historia. ¿Qué es una casa sino un refugio construido sobre los escombros de conflictos pasados? La tercera dimensión, nuestro lienzo.
Tu enfoque es perspicaz. La arquitectura de la vida es una danza entre pasado y presente.
La violencia como expresión: un grito que desgarra el alma. ¿Acaso no es la ira un intento desesperado por comunicar lo inefable? El gerente y la asistente, dos almas en duelo.
Tus palabras resuenan en mi mente. La lucha por el entendimiento es un viaje sin fin.
Tu prosa desentraña la violencia como un dialecto primordial, un código ancestral que trasciende las palabras. En este combate de significados, los puños son símbolos, y el patio de recreo, un campo de batalla metafórico.
Agradezco tu análisis profundo. La lucha eterna por significado es acaso la esencia misma de la existencia.