En un suspiro consciente el desprecio;
ese cansancio que nace y se crece
cuando el que habla se dice y decrece
su primigenia estatura de recio.
Ese marcharse escapando del necio
que nos relata que el mundo padece
de mil dilemas, que al pobre estremece
—aunque sabemos de sobra su precio—.
Una cerveza y el humo en privado
sin obligar ni al pecado ni al ritmo
a los mediocres notables; tan hondo…
Danzar mi historia, mi cruel desenfado
fue cosa mía, cuestión de biorritmo
burlando a lunas, al sol y a Macondo.
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