Hay una diferencia entre dejar lo que estás haciendo para ponerte a fabricar armas con las cuales defenderte de un enemigo que está viniendo a invadirte, y salir de tu estado de desempleo para fabricar armas con las cuales atacar a un contendiente que nunca existió. Ante la posibilidad de un enemigo, esto es, activado el mecanismo de la condición de guerra apoyado en la ignorancia y su consecuente manipulación, se trata de seguir el libreto, en donde el único problema sería que alguno de los actores no cumpla o peque de negligencia en el papel que se le ha asignado.
Las mejores negociaciones comerciales, a plazo, se consiguen entre culturas que hablan el mismo idioma, a menos, claro, que las diferencias sean explotadas por terceros; el eje Inglaterra, Estados Unidos y Australia constituye una muestra indiscutible de esto. Ahora, ¿cómo hacer para que el lazo de una lengua común pase a segundo plano? A través de factores de orden político, como religioso, los cuales funcionan satisfactoriamente a partir de una población ignorante, pobre, carente, porque desde la carencia, desde la necesidad, es que puede polarizarse a la masa prometiendo –sin cumplir– un bienestar a cambio de su fidelidad irracional.
Dentro de la masa manipulable, se encuentran los denominados, un tanto despectivamente, «globulodos», que vendrían a ser aquellos consumidores natos de titulares, de los que copian/pegan causas sin involucrarse demasiado en ellas, en el sentido de no conocer las últimas consecuencias ni el primer origen de las mismas (entiéndase: sin esfuerzo notable). En principio, no parecerían de más, pero, como todo lo manipulable, lo normal es que terminen ejerciendo una fuerza a favor del poder de facto. Por ejemplo, en USA, es más probable ver por televisión una pancarta feminista contra Trump que una pancarta por el agua contra Dick Cheney.
El punto que no se puede perder de vista, el fondo al que hay que comenzar a considerar como tal, se deja ver si enfocamos la lente al flujo monetario, al movimiento comercial, a la coyuntura económica que se establece luego de cada jugada de los actores de cierto pseudoentramado militar. El acercamiento de una flota de USA a Corea del norte tiene una repercusión, el bombardeo directo de USA a un territorio de Siria tiene otra repercusión, pero ambas situaciones son el resultado de un mandato que no busca, ni por casualidad, el bienestar de ninguna población de ningún país.
Ahora, en este panorama, en donde tenemos al grueso de la masa votante de bajísimo nivel intelectual –si es que no es analfabeta al uso–, consumidora y no pensante, entre la cual, y más o menos sobre la cual, operan los globoludos –cuya capacidad de discernimiento es, cuando menos, dudosa–, no nos tiene que extrañar que surjan como caudillos ciertos personajes que representen, en apariencia medible en audiencia, a tal o cual parte de esa masa votante y que los globoludos les hagan la ola. ¿Grave? puede ser. Pero no serio… porque todavía podemos revivir la Bastilla.
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