
Hay quienes experimentan el paso de lector a escritor de manera muy espontanea y casi imperceptible. Para esas personas ambas cosas (la lectura y la escritura) se dan de manera simultánea. Y hay para quienes ese proceso es más dificultoso. Es, en sus inicios, un camino de dudas que finalmente se van aplacando cuando encuentras a alguien que cree en ti y te apoya. Ese último caso es más frecuente de lo que se cree.
Cuando comencé a escribir, me asaltaron todas las inseguridades que pueden aparecer en el camino de un escritor. Escribir es un sendero de incertidumbres, algunas positivas y hasta excitantes, pero la mayoría no tanto. No era fácil sentarse cada día a asesinar hojas en blanco.
Hasta que, por circunstancias o azares, me crucé con Silvio Rodríguez Carrillo. Yo me hubiese dado por satisfecho sólo con que alguien de su recorrido y su renombre en el mundo literario le hubiese dado una valoración positiva a mi trabajo. Efectivamente, eso ocurrió, pero él fue más allá. Su labor como editor, en todas sus facetas (corrección, diagramación y maquetación), aparte de sus consejos y observaciones, le dieron a mi primer libro una calidad que difícilmente hubiese tenido con cualquier otra editorial.
Obviamente, espero seguir trabajando con Silvio Rodríguez Carrillo. Tengo varios proyectos, algunos en mente y otros dando sus primeros pasos. Pero ya con la seguridad de contar con un editor de nivel, que puede no sólo pulir una obra hasta dejarla impecable, sino que además dar los mejores consejos en este mundo, a veces de tantas incertidumbres, que es el mundo de la literatura.


Deja una respuesta