Las asonancias son aquellas rimas ocasionales (consonantes o asonantes) que no siguen un patrón definido, y que son tan infrecuentes que tampoco alcanzan para hablar de un poema de «verso rimado».
Por supuesto, no se trata de una ciencia exacta, así que no falta aquel que afirme que tal asonancia le «chirría» en los oídos, ni aquel que afirme que le parece de «un giro ameno» en la lectura. Para gustos, colores.
Ahora, hay que tener en cuenta que cosa una las asonancias al leerlas en silencio, cosa otra al leerlas en voz alta, y cosa muy otra al escucharlas entonadas como letra de una canción. En lo personal, a mí me pasa que en el segundo caso, en la lectura en voz alta, es cuando terminan por causarme un verdadero y decidido agobio, «en lo normal».
Pero, ¿por qué nos ocurren las asonancias? En mi caso porque la dinámica de la idea, del fondo, gana por lejos a la complejidad de la forma, al menos en el caso de los versos sujetos a una métrica. Es decir, la cosa va siendo cuadrar los versos de acuerdo a la acentuación encarada, de manera que el sentido del ritmo a medida que surge la composición supera mi capacidad de visión de los versos anteriores, y entonces de repente plaf, sale un verso que «asuena», y que sólo se hace visible con la revisión.
Para composiciones de pocos versos, la cuestión pasa por entrenar la atención. Pero, ya cuando queremos ensayar un poema blanco de 30 o más versos y sin repetir pies de rima, o cuando queremos trabajar un romance de 3 estrofas, de 10 versos cada una, sin repetir los pies de rima de los versos impares, ahí la cosa se torna un poco más complicadita y no viene mal darse una ayuda.
En su momento yo me hice una tabla en donde combino todos los pies de rima posibles, de manera que voy marcando aquellos que utilizo a medida que compongo. Esta técnica permite no sólo evitar las asonancias, sino determinar la distribución sonora del poema. Con esta tabla puedes definir tu disposición de pies de rima tal como lo harías con un soneto.
Aquí puedes descargar la tabla antiasonancias
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Comparto contigo un poema que compuse evitando repetir pies de rima
Quid pro quo, mi bien
Deja que me distienda, que mi mar
vacío de naufragios asalte la palabra
escondida detrás de tanta sangre
a lo ancho de la historia del fuerte contra el frágil,
porque digan de mí, quizá, el escándalo
de sonreír a solas, como lo hacen los cactus.
Así como permito que la fe
que cada cual exhibe que profesa
no altere demasiado los niveles
de sensibilidad de mi epidermis,
deja a mi semejante sentirse compañero
del que cae al abismo que exige nuestra Venus.
Al final y al principio todo es fin,
accedas o no accedas, la alegría
es todo lo que tienes, es todo lo que mide
cuánta negrura portas en los iris
con todo el tonelaje de los ritos
presionándote a ser uno más en la tribu.
Como ves, si te juzgo, juzgo a mi propio yo,
al ego que se escapa si accedo a la derrota
de esconderlo feroz, de fijarlo a ese nombre
que me impusieron quienes me ignoraban indócil.
Mas, si nos vocifero precipicio los odios
que laten en un sórdido y vil sanctasanctórum.
Si me dejas, prometo del azul
que nutre lo que vivo en mis noches oscuras
extraer lo que esconden cada una de las luces,
así como te dejo considerar inútil
mi extraña concepción de cada mundo
como puente que lleva al espejo de un summum.
Pues está perfectamente razonado, Silvio Manuel…
Ahora no por que ando con un montón de cosas ideas nombres metros en la cabeza, pero lo usaré, haré la prueba, si no en un nuevo romance en uno que he de corregir o reformar del blog.
Me ha hecho gracia lo de John Deere jajaja ?
Saludos Silvio Manuel.
¡Nos leemos!
Hay un montón de disciplinas en las que se han ido desarrollado herramientas para facilitarles el trabajo a sus practicantes, desde el metrónomo que algunos músicos adoran, hasta ciertos guantes que mejoran el agarre para las barras paralelas hoy día ya indispensables para ciertos atletas. Justamente, están los que necesitan de ellas, y están los que se valen de ellas para mejorar su rendimiento, y están, obviamente, los que prescinden totalmente, desde ya.
Es decir, hay una distancia entre la herramienta, el trabajo y el operario, por lo que por más que le des el mejor John Deere a un tarado que no sabe ni andar en bicicleta, lo único que logrará es reventarte todo el cultivo de trigo. Mientras que si le das al que domina la guadaña, habrás de ver cómo la cosecha se termina en dos hora, por darte un ejemplo bruto.
Un abrazo, mi estimado, y ahí la seguimos.
Saludos Silvio Manuel.
Tengo compañer@s que utilizan una tabla parecida para escribir sonetos y décimas (y también para revisar mis versos, entre amigos más que compañeros, de buen rollo )
Las vi pero nunca las utilicé, me parecían como las tablas de multiplicar en la escuela, que algunos las aprendían y otros las copiaban y las enfundaban para no estropear la de tanto uso.
Pues algo parecido me pasa a mi con las tablas y las letras… no se como me sentiría al presentar unos versos escritos con una tabla. Aunque esta es de asonancias, nada que ver con las otras.
Revisaré algún romance mío que yo soy de los de repetir rima. La información muy buena y los versos, con todo respeto, más aún.
¡¡Nos leemos brother!!