Hay cosas que le pasan, la locura
por ejemplo, las ganas de comer
un asado de piña tras coger,
y quemarle la biblia a algún cura
en plena procesión de viernes santo.
Fusilar a los viejos con bigotes
y ordenar que en los álgidos escotes
sea de ley portar un sol de espanto.
O vomitar cariño en callejones
donde se ignoran patrias y naciones,
como si la estulticia fuese acaso
bandera limpia y pura de su ocaso.
Pero vuelve a los días tan amable
que no sentimos vive lo execrable.
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