¿Cuál es la diferencia entre elegir qué espermatozoide utilizar para una fecundación, y qué tomate vamos a usar para una ensalada? En el fondo, hay un planteo de ética y de moral que pasa por el cuestionamiento de la capacidad de elección que tenemos como seres humanos, y que tiene que ver directamente con los resultados de cada elección que hacemos. Esto es, la libertad de elegir tiene que estar ligada con la responsabilidad respecto de las consecuencias de aquello que se ha elegido. Las elecciones deben partir del conocimiento de las posibles consecuencias, desde una inseminación artificial hasta un bombardeo.
Muchas veces realizamos ciertas elecciones con información insuficiente sobre eso que estamos eligiendo, o peor aún, cuando esa información que tenemos es intencionalmente sesgada o manipulada. Si nos fijamos, hay toda una cadena de decisiones que tomamos sobre la base de ciertos juicios que pudieran estar totalmente errados; acciones que tomamos apoyados en criterios que no nos pertenecen y que asumimos como propios por creer acertados, sean estos negativos o positivos respecto de algo. Las apariencias tienen un peso indiscutible, por lo que son nuestros sentidos básicos los que nos pueden jugar en contra si acaso apagamos la maquinita de razonar.
Al momento de realizar una elección, entonces, cabe pedir toda la información disponible al respecto y, por supuesto, ir por ayuda para interpretarla. En el caso de los «súper salmones», por ejemplo, ese 30% de mejor aprovechamiento refiere a los procesos tanto anabólicos como catabólicos, es decir, toma en cuenta todo el proceso por el cual el organismo absorbe de un alimento lo que necesita y desecha lo que no. Podemos extrapolar y decir que estamos frente a un incremento de la productividad de un 30%, o sea, muchísimo. Imagina llevar la misma vida que llevas pero comiendo un 30% menos.
Así como ante un nuevo invento al uso, la pregunta es «¿a quién podría perjudicar que el mismo se desarrolle?», ante una investigación de tipo genético la pregunta podría ser similar, «¿a quién podría perjudicar que millones de seres humanos salgan de la hambruna, consigan un mejor pasar y se conviertan, acaso, en seres pensantes no agobiados, gobernados, por conseguir un poco de alimento?» Hay una similitud en cómo se regulan las energías alternativas y cómo se regulan las puestas en funcionamiento de los avances en temas genéticos. Por supuesto, «la ignorancia es dicha», y «en la felicidad no hay grandeza».
Si nos detenemos por un momento —por un sustancioso momento— vamos a poder notar que como consecuencia de toda una escuela de adoctrinamiento somos el resultado de toda una serie de decisiones que tienen que ver con el miedo, y que este miedo tiene que ver con una enorme falta de información que sí está disponible pero a la que no accedemos porque nuestra atención está direccionada hacia cualquier parte. No es que no tengamos capacidad de pensar, es nuestra capacidad de enfocar las cosas la que está distorsionada involuntariamente, incluso por y desde nuestros padres. Tememos hasta a la clonación.
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