La palabra, cifrada, marcaría el sendero
a caminar tranquilo por encima del vulgo;
abajo del terror que no saben los muchos
—uno enorme y pesado a vencer con el tiempo—.
Un libro retocado, mutilado, de hecho
a componer a solas, por afuera del mundo
de tantas opiniones, de genios y boludos,
un libro a la medida de un constructor de sueños.
No fui gregario nunca, según los tantos labios
tampoco fui sociable, aunque siempre fui amable…
me bastó dibujarle razón a la carencia.
Verás, autodidacta, me ligué otros contrarios
tenías que tener mi no tener verdades
y de todos lograr triunfar sobre la media.
***
Todavía el demonio asusta a cierta gente…
yo tenía catorce y habitaba en mi mente
según les confesaba a los de Tierra Media.
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