El nacer en el seno de una familia pobre genera tantos condicionamientos como el de nacer dentro de una familia rica, y, socialmente, también existe un montón de prejuicios alrededor de tal y cual tipo de familia. Por ejemplo, una persona de origen socioeconómico bajo que llegue a ser presidente de un país, o que llegue a ser cardenal, o papa, es doblemente admirada que una persona de origen socioeconómico medio o superior que llegue al mismo puesto. Al tiempo, los ciudadanos de a pie esperan mucho más de un líder que haya llegado al poder habiendo experimentado la escasez.
Sin embargo, el común de la gente olvida, o mejor dicho, no admite la realidad de que la cúpula del poder político es de tal naturaleza que no contempla cambios radicales, ni siquiera superficiales, así como así. Esto es, el cambio de un presidente, ¿cuándo, en realidad, ha significado el cambio para mejor y de manera sostenible para sus ciudadanos? ¿cuándo, en realidad, el cambio de un papa, ha significado una mejor distribución de los recursos financieros de la iglesia católica? Los ricos y poderosos siguen siendo ricos y poderosos, mientras que los pobres y débiles, siguen siendo nomás pobres y débiles.
Joseph Aloisius Ratzinger, como Jorge Mario Bergoglio, hasta la fecha nos han confirmado y reconfirmado, que no se llega a la cúspide del Vaticano para transparentar ni las cuestiones financieras, ni los delitos sexuales de los miembros de la iglesia católica, sino que, una vez ahí, toca hacer alguna que otra «enérgica declaración«; y hasta ahí. A la hora de los hechos, siempre el silencio y el hermetismo, nunca derramar información, nunca ceder los expedientes, nunca, como en el caso de Fort Knox, ninguna auditoría externa de denuncias y/o seguimiento, en un inquietante desafío a la sentencia «la verdad os hará libres«.
Desde el punto de vista de la mercadotecnia, no dejan de ser formidables los curas del Vaticano. Como dice el refrán «la ignorancia es una bendición para los que no son ignorantes«, pero la cuestión es que con Internet, y con gente que, como en toda la historia de la HUMANIDAD, está dispuesta a mostrar, y sin fines de lucro, cómo cierta gente está enganchada en ocultar para lucrar en beneficio propio, la cosa se pone interesante. El «pobre» Benedicto 16 terminó renunciando, como un claro aviso de qué le espera a su sucesor, que tenía que ser sudamericano, obvio.
Todo el lío de la pederastia en la curia sigue que sí que no, que no que sí. Siempre defendiendo la pobreza, para que ningún católico quiera ser rico, por supuesto, que eso es para los cardenales. Y el secreto sexual, de cajón, no vaya a ser que en Sudamérica los sacerdotes dejen de ser un REFERENTE MORAL, como lo fuera el monseñor Fernando Lugo, todo un ejemplo en el aparte que nos recuerda lo de siempre: las revoluciones comienzan desde abajo. Desde abajo, desde las barracas, donde no se miente porque no sirve para nada, porque aquí estamos todos desnudos.
Artículos certero
Gracias, Ivan.