La mayoría habrá escuchado hablar alguna vez del análisis coste/beneficio que, básicamente hablando indica que un negocio es rentable si sus beneficios son mayores a sus costos. Ahora, del lado de los beneficios, como los mismos normalmente son solamente monetarios, la cosa no tiene mucha ciencia. Pero, del lado de los costos, como en los mismos hay una lista larga de aquellos que no son monetarios la cosa sí se pone complicada. La cuestión pasa por definir adecuadamente cuáles son los costos que una empresa le genera a la sociedad y de los cuales no se hace cargo, no los asume.
Una vez establecidos todos los costos que una sociedad debe asumir para el funcionamiento de una empresa, es, justamente, esa sociedad la que debe decidir si los asume o no y, si los asume, a qué precio. Por dar un ejemplo, si un tendido eléctrico puede generar cierto tipo de enfermedades en los pobladores de una región, son los pobladores de esa región los que deben decidir si tal tendido se realiza o no, y cual, en todo caso, sería la indemnización a recibir por cada enfermo. Lo inmoral es lucrar con la ignorancia de la población, que siempre llega tarde.
Lo que normalmente se hace es establecer un sistema de multas por el cual, las empresas que llegan a contaminar tal o cual geografía realizan un desembolso al fisco, que es el que, en teoría, utiliza ese dinero con una eficiencia envidiable. Por otra parte, si acaso alguna empresa en el curso de sus acciones llega a perjudicar a algunos ciudadanos, son estos ciudadanos los que primero que nada deben demostrarle al Estado que han sido perjudicados por esa empresa, cuestión difícil, porque este tipo de empresa comienza a funcionar, funciona y crece con la anuencia del Estado. Esto es así.
Por supuesto, cualquier empresa se mueve por afán de lucro, es decir, nadie trabaja gratis. De ahí es que surge la necesidad de que el Estado asegure a su población de que ciertas necesidades les serán satisfechas pero, sin que alguna empresa lucre desmedidamente a costa de ello. Más todavía, debe ser el Estado el primero en hacer lo necesario para que ninguna entidad pueda generar las condiciones por las cuales un bien o servicio se vuelva, además de necesario, caro. Por ejemplo, que no sea posible generar escases de agua para luego venderla por encima del precio promedio de mercado.
Sin embargo, el Estado somos todos y, si un Estado «invierte» el dinero de sus contribuyentes en la fabricación de armas que matarán parte de familias de otras naciones, cuyos sobrevivientes vendrán a ese Estado, huyendo de su país de origen y con unas entendibles ganas de venganza, la cosa pasa porque esos contribuyentes comiencen a entender cuán responsables son de las empresas que el Estado permite, prohíbe y/o alienta a que existan. Es posible que sean los extraterrestres quienes nos gobiernen, pero, en las escuelas nos enseñan a votar, y no a abstenernos. Eso, desde ya, es un abuso institucionalizado.
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