Quinto decanato
Inicio y tránsito
Con tres sierpes al lado predispuestas
a decir de las grietas, de qué siente
el que busca lo cierto y el que miente,
rayo las horas quietas por ti expuestas
para que sean siempre mis opuestas,
saludando el pocillo hecho de oro
que sin ser nunca el mismo –no lo ignoro–
acompaña tu cambio en lo sensible
cada día vistiendo irrepetible
cante o guarde silencio nuestro coro.
Intercepto mis ojos a mitad
del mágico espectáculo de imanes
cumpliendo, pareciera, unos planes
por los que toda fuerza, sin piedad
se mide por su forma de verdad.
Y asiento, levemente, que viví
con dos granos de arena el frenesí
vanidoso de ser todas las aguas
tras enfrentar, impío, a sus fraguas,
sintiendo a la deidad que pre asumí.
Y presiento que todo está perdido
que todo esto habrá sido en verdad vano,
sólo palabras justas en el llano
que habrá de recoger solo el herido
quien viene de ahogado o resentido;
que alguien, de tantas ganas por entrar
desiste de los actos del cruzar,
perdiendo del Inicio la visión
y del tránsito toda su misión,
como si por el más no fuera el dar.
Deja una respuesta