El sendero después de manipular
Es difícil manipular sin la culpa por delante, o sin la promesa de un premio más al frente. Como siempre, es fácil decirlo, puesto que lo difícil es darse cuenta, pillarlo. Es como los cuernos, o la locura, el afectado es el último en enterarse y, lo mejor de todo, es que cada cual tiene su modo de reaccionar cuando capta esa parte de la realidad que desconocía por completo, o que se negó a aceptar hasta llegar a ese punto en el que la destrucción se hace tan grande que no hay otra que revisar los errores en el libreto.
Yo ya estuve en ambos bandos. Manipulé sin escrúpulos —el que manipula nunca los tiene— cuando busqué un resultado, y me dejé manipular —no a conciencia— también por obtener un resultado, como también por evitar otro. Hasta que de pronto lo vi, y fue como despertar de una borrachera y asumir la correspondiente resaca, con una mezcla de arrepentimiento al reverendo pedo, y que sin embargo invita a hacerse presente, inevitablemente, a la humildad; con un malestar tan intenso que se hace necesario el “bah, a la mierda, no es para tanto”, mientras pasa el sanador Cronos.
Eran otros tiempos, yo era muy chiquito y era prioritario si no ganar siempre, al menos no perder nunca. No me justifico, sólo me explico, y dominando como nadie el asco hacia las explicaciones de la conducta, cosa que a tanto docto y a tanto imbécil sigue interesando. Ahora ya no me importa. Ahora, cuando veo un intento de manipulación sonrío por dentro y dejo que siga la trama, como sin enterarme. Ahora lo difícil es no contestar, contener la reactividad, percibir la presión de grado 10, tener la capacidad de responder con grado 101 y, sin embargo, abstenerme de hacerlo.
En así las cosas, el juego, que jamás dejó de ser cruel, y que quizás por ello sigue siendo intenso, se ha convertido en algo mucho más limpio, como más solitario. Quedan pocos participantes y el discurso se reduce. El erudito como el inocente, encerrados en un egoísmo inmaculado de todo egocentrismo batallan un ensimismamiento del uno sobre el otro sin levantar los párpados. El filósofo y el teólogo sonríen mientras se hacen tajos profundos en los pómulos. Y el chico y la chica se miran de soslayo, sopesando largamente la tremenda distancia que los separa y que los vuelve uno.
Desprendido —aunque no desaprendido— del arte de manipular, uno pisa más firme y más solo. Aprecia a todos aunque quiere a menos gente. Toma menos, también, y da mucho más, porque entiende que ese es el flujo natural aquí, aun cuando esta “naturaleza” que porta pudiera sentirla, por influencia de afectos, como injusta. Aunque el final del camino sea el mismo, camina más alto el sendero el que deja de manipular que el que nunca lo hizo; y el que manipula, sin poder avanzar, sólo da vueltas alrededor de sí mismo, sin imaginar la potencia de un egómano capaz de sonreír.
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M S dice
El cierre con la idea de que dejar de manipular lleva a un camino más firme y enriquecedor es poderoso. La transformación personal es el centro de esta reflexión, mostrando la belleza del crecimiento y la madurez.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Tu mensaje sobre el crecimiento personal es inspirador.
L VP dice
La descripción del juego de la manipulación como cruel y solitario es reveladora. El autor destaca la importancia de abandonar ese camino para encontrar una conexión más genuina con los demás.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Me hace reflexionar sobre la verdadera naturaleza de nuestras interacciones.
A P dice
La analogía con la resaca después de la borrachera es impactante, ilustrando el despertar a la realidad tras la manipulación. La humildad y el arrepentimiento son temas universales que resuenan en cada lector.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Tu comparación con la resaca es muy elocuente.
VRA dice
La narrativa cautiva al exponer la transformación personal del autor, desde manipulador hasta un individuo más consciente y empático. La introspección invita a la reflexión sobre nuestras propias acciones y sus consecuencias.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Gracias por compartir tu proceso de transformación.
BE RA dice
El autor reflexiona sobre la manipulación con franqueza y autocrítica, revelando su evolución personal. Reconocer los propios errores y crecer desde ellos es admirable.
Silvio Rodríguez Carrillo dice
Aprecio tu honestidad y reflexión sobre la manipulación.