Cuando la actuación se convierte en conducta, o bien, cuando la conducta es una actuación, es cuando la personalidad no es más que una especie de bomba de tiempo. Una cosa es acompañar a ver una película de un género que no nos gusta a nuestra pareja, y otra cosa es comprometernos a ver toda una telenovela de 100 capítulos. Hacer lo que no nos gusta fingiendo que nos gusta, o renunciar a hacer lo que sí nos gusta simulando que esto no nos afecta en nada, sólo por ser aceptados, valorados, por alguien o por un colectivo social implica mentirse.
Este mentirse es como ir en una dirección equivocada a la correcta y, mientras más errada esté, más riesgo de colisión habrá de generar. El desconocimiento de uno mismo por lo general implica negación y/o represión de aquellos factores que forman parte de nuestra naturaleza pero que por un condicionamiento social han quedado ocultos. Luego de diez años de matrimonio, por ejemplo, si uno de los cónyuges llega a enamorarse de otra persona, ¿qué tan sencillo sería de aceptarlo y actuar de acuerdo a ello? Socialmente, pareciera, es más fácil negar o reprimir este nuevo enamoramiento y mantenerlo en la sombra.
Es normal que carguemos con imposiciones familiares (primer vínculo social) que ignoramos se convierten en un generador de energía negativa. El padre que ejerce tal profesión y presiona a su hijo para que siga esa misma profesión, la hija a la que le imponen el mismo nombre de la madre o de la abuela, son una muestra de cadenas que muchas veces se llevan inconscientemente y de las que quien las porta busca liberarse, pero, como en realidad no sabe que están ahí, los movimientos, las sacudidas, no tienen una dirección organizada, por lo que las mismas seguirán estando ahí indefinidamente.
Así, muchas veces no sólo llevamos el nombre de nuestro padre o madre, no sólo seguimos su misma carrera, sino que incluso nos hemos pasado la infancia realizando las mismas actividades deportivas que ellos, sin siquiera enterarnos, sin habernos dado cuenta de que en realidad no fue esa nuestra voluntad, aún cuando hayamos destacado en tal o cual manifestación artística o deportiva. Se entiende entonces que puede haber una parte de nosotros no realizada, y una consecuente acritud, incluso rabia, que proyectamos en los demás sin darnos cuenta. Sin notarlo, admiramos y detestamos en el otro lo mismo que en nosotros.
Que seamos «únicos e irrepetibles» significa que nacemos con un diseño propio, para el cual existen cosas compatibles como incompatibles. Si me he comprometido con el celibato pero en realidad eso no es lo mío, más tarde o más temprano eso terminará en un daño. Igual, si lo mío no es estar sujeto a una sola persona, pero firmo y me comprometo «hasta que la muerte nos separe«, eso acabará en alguna crisis. Por supuesto, todo es tratable, y al que teme a las alturas se le puede entrenar a que las aguante, pero no a que sea feliz en ellas.
Frida Quispe Tecsi dice
Como no te voy a amar
Como no te voy a amar…!
si antes de creer en mí
creí en ti…!
Como no te voy a amar…
Si ya existías en mi mente,
antes que te conociera
Como no te voy a amar…!
Si eres magia…! Te hiciste real!, eres aquel príncipe que dibujaba en mi diario
Como no te voy a amar…! si en una mirada tuya, me tropecé, caí…. Y y me enrede en tu universo. Como no te voy a amar…! Si de tus brazos aprendí a volar; desatando mis cadenas, desnudando mi esencia. Como no te voy a amar…! Si fuiste mi lluvia en invierno, mi sol en el verano Como no te voy a amar…! Si te robaste mi sonrisa de niña, pintaste mi vida con tus colores. Y como no te voy a amar…!! Si vivo amándote…! Y amarte me hace feliz.
10/06/19
(Yaniss)
Jose dice
Preciosa Yaniss, eso si es amor. Gracias por compartirla.