Siento la tristeza de todo aquello que pudo haber sido y no fue, y siento la alegría de todo aquello que teniendo tanto en contra, finalmente sucedió. Y así, sobre la base de lo que siento, solo puedo imaginar y relatar, nada más. En el patio del tiempo, la memoria fija los conceptos de potencia y acto, y ahora, pensar que ese día pasado puede ser mañana, o dentro de dos años, o hace diez años. Y pensar que es lo mismo, puesto que mientras exista el tiempo —este tiempo—, seguirá existiendo el instante próximo, que en antropología no es más que el presente captando información del “ahora” por un lado, y, por otro, al mismo momento, captar los requerimientos del “futuro”. El beso que hoy diste, el que negaste, y el que deseaste, y el modo en el que sucedieron, proyectando su realización o su negación en el mañana, si es que ese mañana existe. En un plano, concretamente, sería un “si le hubiese hablado”; concretamente, en un plano sería “si los últimos diez años hubiese hecho, todos los días, esto”. Y lo concreto es abstraerse a pura ausencia.
La teoría de los instantes juega con la teoría de la eternidad y, mientras tanto, el mientras tanto no es más que perseverancia, y lo que viene después, nada más que su resultado; resultado incierto, por supuesto. Y así, los resultados del mejor esfuerzo, pero en la dirección incorrecta, y el más leve de los esfuerzos pero en la dirección correcta. Y la idea de la justicia, y la idea del sinceramiento, y la realidad de haberse sido fiel o no, o de haberlo sido, o no, de haberlo intentado, o no. Las cuerdas flojas que no sólo exigen fortaleza, sino también habilidad. Maravilla secreta y expuesta de la arcilla que blanda, por el fuego puede hacerse dura. ¿No te parece? El punto en el que la metáfora roza lo cotidiano, quizá produciendo un entendimiento, quizá la transmisión de un mensaje, realizando el acto que llaman común unión, más allá del tiempo y de los espacios, convergencia de todas las religiones, de todas las relaciones, puesto que ninguna niega que la comunicación sea posible, cuando, antes bien, cada una de ellas señala que la comunicación, cumplidos los pasos, es posible, es posible, es posible.
Ayer hizo sol, y fue el primer día, y en ese primer día le dije que habría días de lluvia, y que eso no nos detendría, y hoy lo realizamos. Ayer no sabía si este hoy existiría para mí, pero me jugué, como lo hacemos los de aquí, y me salió, hoy. Y hoy, sigo sin saber si mañana estaré. Y aunque miro hacia atrás, no es más que para decirte que sólo miro hacia mañana.
Se clava adentro una bandera injusta, porque después de haber vivido injustamente, no hay nada peor que recibir una recompensa. Duele cuando se sufre una injusticia, pero cuando el nudo en la garganta es verdadero, cuando no hay protesta, ni posibilidad de ella, es cuando duele y pesa, porque se nos ha dado un regalo que, impotentes, no tratamos de imponer, sino de compartir, pero no se puede, y así es que cumple el castigo, merecido o no. Si te pasa y lo hablas, te dirán de la autoestima, de la depresión y del estrés. Pero si tan sólo dices, a tu modo, a tu único modo, con tus palabras y gestos, con lo que se te fue dado y nada más, habrás de ser entendido, y lo que te pese en el corazón, en el de otro será liviandad, porque en quien confíes tu alegría que sientes inmerecida, depositarás la idea del vuelo que sólo puede generar la sinceridad de los actos de tu vida.
Mañana será otro mañana, otra cosa, quizá semejante, pero otra cosa, si es que llega a existir. Mañana, hoy, vos, y vivir así, apostando sin querer.
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