III. Penúltima caja
10. Decadencia y supremacía
Tras beber su limpísima y oscura soledad
el buen Dios martilló en mi pecho esperanza,
y escupiendo en mi rostro la esencia de los fieles
me soltó a sus hijastros mirando hacia delante.
Sucio de poquedad, manchado de gentío
parí resentimientos con los tonos del asco,
hasta caer de golpe en esa eternidad
de levantarme siempre despreciando almanaques.
Fui conmigo la nada, y un todo que acompaña
la propia decadencia y la supremacía
de no ceder ahí cuando es lo que conviene
y de no entrar jamás donde todos entraron.
Caí
y en el desorden quieto de no contar con nadie
encontré que era bueno que el amor tenga un precio,
uno que comencé a pagar bien temprano
con mucho de rencor
y un toque de violencia.
Reinado del rojo – Silvio Rodríguez Carrillo
Deja una respuesta