Asqueroso
No quiero ser menos que mi nombre
–dices–,
y un azul te bordea la mirada
un granate las manos,
mientras cierras el contento de intuirte.
¿Con qué irracionalidad te haría El Amor?
¿Caminando crepúsculos un viernes santo,
merendando facturas distendidas en Baires,
sosteniendo lo que no existe en mi silencio?
Y el odio, tan sencillo, ahí, en la palabrita,
en la procacidad de lo copiado,
en esquivar mi mano que en tu pubis
toca el alma del seríamos.
Debe ser hermoso lo normal,
y tan…
asqueroso.
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