Abandonarle siempre fue una opción
I – Piano
Como si me mirara las manos desde la ceguera de sus iris que ofrece a lo que sólo sabe escuchar cuando se olvida del mundo, se arropa en mí, en lo que le represento sin posibilidad de verbalizarlo –porque para eso estoy yo, de seguro siente, o piensa–. Intuyendo, quizás, que siendo carga y sin posibilidad de llegar a ser consuelo, para mí representa el lavado de las culpas que siendo proyectadas por y desde otros, aprendí a asumirlas, como aprende cualquier occidental a escribir mi mamá me ama, mi mama me mima, y la puta que te remil parió, carajo.
II – Blues
Le espero acuclillado al borde de una alcantarilla, mientras recito la versión en mandarín del apocalipsis. La gente –siempre ella–, parece molesta por esta situación, no exactamente por mi declamación, que reconozco es perfecta y de ahí el dolor en los oídos del que se sabe incapaz de acceder a apreciar una entonación carente de errores, sino por este detalle de la desnudez. Pero es que en cuclillas –¿cómo podrían saberlo?– es como mejor se asume y se acepta la corporeidad parlante. Desnudo, con los huevos colgando a pocos centímetros del suelo es el cómo del escuchar.
III – Guitarra
Mediante su propio ser durante mucho tiempo corrió, pero de su propia esencia. Como un atleta nacido para la carrera y que huye de ese destino cumpliéndolo entonces en su huida, sufridamente, antes que alegremente desde una aceptación a conciencia de lo que es. Pero la conciencia, claro, y entonces yo. Entonces yo sintiendo que habría que explicarle, que tenía que explicarle que manchaba de rojos el camino rojo del que pretendía escapar y que no acababa nunca de aceptar. ¿Por qué yo? Porque era el único que no sólo había vivido todo eso, sino que lo estaba volviendo a vivir.
IV – Jazz
Del aula pasábamos al patio, de la clase al recreo, esto es fácil de entenderlo. Pero hay que partir desde su sencillo revés. Del recreo no volver, sino ir al aula. En un principio era el recreo y desde el recreo es que uno va al aula, de manera que del aula se retorna, y no al revés. ¿Cómo explicarle esto, si ni siquiera deja que hable, y con esa manera suya de mirarme sin estar en la misma ciudad, esperando que le sostenga los minutos que a mí se me caen y pierden como gotas de agua en la lluvia?
V – Love music
Yo ya no sé recordar todo eso que siempre supe revivir, incluso. Pero le pienso y digo pobre, ahí en su silencio, y a mí sobrándome las palabras, y entonces de nuevo salir a buscarle, decirme que le quiero, y que no se trata de culpa, convencerme, casi. Imaginar que al buscarle soy yo que me encuentro, y que por eso y entonces su silencio de puerta sellada a mitad del desierto. A lo mejor me está haciendo daño y detrás de mis ganas de aliviarle habita el deseo de sentirme mejor, absurdamente. Abandonarle siempre fue una opción, pero ser feliz no.
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