Lo que le permitió a la Unión Soviética hacerle frente a la poderosa Wehrmacht fue el hecho de poder enfocarse en un sólo enemigo, cosa que fue posible mediante la firma del Pacto de Neutralidad con Japón, con quién mantenía un conflicto bélico no formal desde hacía años. Por su parte, los japoneses, sufriendo el embargo de petróleo impuesto por los Aliados, estaban entre declarar la guerra a los Estados Unidos (general Hideki) y no hacerlo (príncipe Konoe). Finalmente, siguiendo la recomendación de Koichi Kido, Hiroito decide ir a la guerra, teniendo como objetivo el petróleo de las Indias Orientales Neerlandesas.
El domingo 7 de diciembre de 1941 se produce el ataque contra la base norteamericana de Pearl Harbor, en donde fueron destruidos el acorazado USS Arizona, de la Clase Pennsylvania, que ya estuvo en la Primera Guerra mundial, llevándose consigo en su hundimiento a 1117 vidas; y el acorazado USS Oklahoma, de la clase Nevada, que fue el primero de la Primera Guerra Mundial, y que al hundirse acarreó la vida de 429 tripulantes. Muy curiosamente, los cuatro portaviones principales de la base norteamericana se encontraban en alta mar. Los japoneses incluyeron en su ataque a Tailandia, Honk Kong y Malaya.
El 8 de diciembre los Estados Unidos le declara la guerra a Japón, entrando formalmente al conflicto. Los japoneses atacaron Hawai, y la estratégica isla de Wake, en donde los Marines ofrecieron una notable resistencia, sin embargo, al no recibir refuerzos, no tuvieron otra alternativa que rendirse ante los nipones. Japón también invadió las Filipinas, entonces protectorado norteamericano, que bajo el mando del general Douglas MacArthur logró una resistencia formidable ganando tiempo para los Aliados, aunque finalmente también tuvo que rendirse. Obligado a retirarse a Australia, el extraordinario general sentenció: «Volveré«. Cargó entonces con «la Marcha de la muerte de Bataán«.
El 11 de diciembre Alemania le declara la guerra a los Estados Unidos, esperando recibir de Japón el apoyo que necesitaba para vencer a la Unión Soviética, y considerando el «Pacto Tripartito«(firmado por el Imperio de Japón, la Alemania nazi y el Reino de Italia). Sin embargo, como justamente marcaba el Artículo 2 de ese pacto, a Japón le interesaba más expandirse hacia la Gran Asia Oriental, por lo que no emprendió ninguna acción en contra de la Unión Soviética, y se dedicó a implementar planes de conquista, como la Operación Mo, que tuvo como objetivo Port Moresby, en Nueva Guinea.
El siguiente revés para los alemanes se dio ese 1 de enero de 1942, con la formalización de la alianza entre los llamados «Cuatro Grandes«, Reino Unido, Estados Unidos, Unión Soviética y China —y con la que comenzó a gestarse una suerte de sintonía entre Churchill y Roosevelt—. Muy poco después, Sir Archibal Wavell lideraba el flamante «Comando Americano-Británico-Holandés-Australiano» (ABDACOM), que tuvo como objetivo el control de la Barrera de las Indias Orientales. Los americanos se volvieron fundamentales para los Aliados, sobre todo en la producción armamentística, en cuyas fábricas las mujeres reemplazaron a los hombres entonces alistados al ejército.
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